26 octobre 2012

Sobre el peto - Versión Española


 Hokusai, La gran ola

1928, los caballos tienen un peto, y todo cambia.
Oh, el curso de la corrida es de ninguna manera modificado por esta protección que sólo está diseñada para guardar los caballos y hacer mas decente el  espectáculo del tercio de varas.
 Pero, en realidad, todo el sentido de la tauromaquia sale transformado.
 
Hasta entonces, la relación entre el hombre y el animal estaba bien establecida, de acuerdo a la mentalidad de la época, y siempre re-expresado: el toro es un animal violento y peligroso, evidenciado por los caballos destripados y sus cadáveres esparcidos por la arena de los ruedos. En efecto, el tercio de varas es el gran momento que legitima la corrida de toros: los asaltos de los toros estan utilizados para demostrar su violencia. El caballo es sacrificado para justificar la condición de enemigo del toro. La vara es sólo como un arma de defensa; que esta disminuya el poder del toro es una consecuencia, no un objetivo. Por tanto, es necesario eliminar esta criatura tan maligna, como se hace para el lobo o en otros lugares el león o el tiburón.

 Puyazo, 1890, Foto de libro Del Toreo a la Bravura de Juan Pedro Domecq
 
Llevar a cabo esta tarea, es asumir simbólicamente una función social :  la defensa del grupo. Y todo aquel que se atreve a ir a la pista donde reina el monstruo, acercarse de él, burlarse de él con engaños irrisorios, y finalmente matarlo, demuestra su coraje y se erige como un héroe entre los miembros del grupo:

“Es la fiesta del valor,
El circo está lleno de sangre!”

dice el Canto del Torero en la opera Carmen de Georges Bizet.


El principio de la corrida es un desafío, lanzado implícitamente por el ganadero:
"¿Cuál es el valiente el temerario quién se atreverá a enfrentarse con mi toros, los más terribles, más horrorosos de España? "


Y pusieron un peto...

 Puyazo de Francisco Sebastián, con peto, 1930
Foto del libro Del Toreo a la Bravura de Juan Pedro Domecq

Hacía ya algún tiempo que las cosas cambiaban en la corrida. Joselito, Belmonte, las costumbres y los deseos del público habían orientado la corrida de toros hacia otra cosa que un cuerpo a cuernos brutal entre el hombre y el animal. 

 Joselito el Gallo, y Juan Belmonte,
Foto La Razón Incorpórea
 
Con el peto, el caballo deja de ser la víctima justificadora. El toro no es más el asesino ciego, lo maldice cuya muerte alivia. ¿Entonces, cómo recobrar algún sentido  para la corrida? Es tanto más necesario, de una parte porque la puya  abiertamente asume su fin, su función de aminorar la fuerza del toro; por otra parte porque el toro, no teniendo más a desempeñar el papel del monstruo terrorífico, evoluciona, por el trabajo de los ganaderos, hacia una criatura respetable y digna, incluso ejemplar (al final, hacia el toro que uno indulta).

Es el torero quien debe encontrar este nuevo sentido; y es pues el faena de muleta que se hace este momento cuando se crea el sentido, donde hay que legitimar el golpe final de espada. De este momento, el hombre debe a la vez ser digno y honrado hacia el toro para no decaer delante de la bestia, dominador para asegurar la función de criatura superior, pero bastante loco para dar de manera caballeresca al toro una posibilidad no demasiado restringida de perjudicar el golpe de cuerno eficaz. 

José Tomás, Nîmes, 2012
Foto, Nathallie Duverneuil

El principio de la corrida no es más el desafío, sino una invitación del ganadero:
"¿Cuál hombre honrado, cual sabio, cual artista es digno de un encuentro con mi toros, los más heroicos, más generosos y más nobles de España? "
 Francisco Galache, foto de André Viard, Terres Taurines, n°40

Sobre el tercio de varas : asotauro.com

24 octobre 2012

Quelques mots sur le caparaçon


Hokusai, La Grande Vague

1928, les chevaux sont dotés d’un caparaçon, et... tout change.

Oh, le déroulement de la corrida n’est en rien modifié par cette protection qui ne vise qu’à économiser les chevaux et à rendre plus convenable le spectacle du tercio de pique...
Mais en fait, c’est toute la signification de la corrida qui en sort transformée.

Jusqu’à cette date, le rapport entre l’homme et l’animal était bien établi, conforme à la mentalité de ces temps, et systématiquement re-exprimé : le toro est un animal violent et dangereux, en témoignent les chevaux éventrés et leurs cadavres qui jonchent le sable des arènes. Car le tercio de pique est le grand moment qui légitime la corrida : les assauts du toro servent à démontrer sa violence. Le cheval est sacrifié pour justifier le statut d’ennemi du toro. La pique est là seulement comme arme de défense ; qu’elle amoindrisse la puissance du toro n’est qu’une conséquence et non un but. Il convient donc d’éliminer cette créature malfaisante, comme on le fait pour le loup ou en d’autres lieux le lion ou le requin. 

 Puyazo, 1890, Photo tirée du livre Del Toreo a la Bravura de Juan Pedro Domecq

Se charger de cette besogne, c’est assumer symboliquement une fonction sociale de défense du groupe. Et celui qui ose descendre dans la piste où règne le monstre, s’en approcher, le défier en se  jouant de lui avec des leurres dérisoires, et enfin le tuer, affirme son courage et se distingue comme héros parmi les membres du groupe : 

«  C’est la fête du courage,
Le cirque est plein de sang… »

dit le Chant du Toréador dans Carmen de Bizet.


Le principe de la corrida est un défi, lancé implicitement par le ganadero : 
«Quel est le vaillant, le téméraire qui osera affronter mes toros, les plus terribles, les plus effrayants d’Espagne ? » 

Et le peto arriva…

Puyazo de Francisco Sebastián, con peto, 1930
Photo tirée du livre Del Toreo a la Bravura de Juan Pedro Domecq
 
Cela faisait quelque temps que les choses changeaient dans la corrida. Joselito, Belmonte, les mœurs et les désirs du public avaient orienté la course de toros vers autre chose qu’un brutal corps à cornes animal. 

 Los maestros de los maestros, Joselito el Gallo, y Juan Belmonte,
Photo tirée de l'indispensable blog, La Razón Incorpórea

Avec le caparaçon, le cheval cesse d’être la victime justificatrice. Le toro n’est plus le tueur aveugle, le maudit dont la mort soulage. Alors, comment retrouver du sens à la corrida ? C’est  d’autant plus nécessaire, d’une part parce que la pique assume ouvertement son but, sa fonction d’amoindrir la force du toro ; d’autre part parce que le toro, n’ayant plus à jouer le rôle du monstre terrifiant, évolue, par le travail des ganaderos, vers une créature respectable, digne, voire exemplaire (in fine, le toro qu’on indulte). 

C’est le torero qui doit trouver ce nouveau sens ; et c’est donc la faena de muleta qui devient ce moment où se crée le sens, où il faut légitimer le coup d’épée final. Désormais, l’homme doit à la fois être digne et honnête envers le toro pour ne pas déchoir devant la bête,  dominateur pour assurer la fonction de créature supérieure, mais  suffisamment fou pour donner de façon chevaleresque au toro une chance pas trop restreinte de porter un coup de corne efficace.

José Tomás, Corrida historique, Nîmes, 2012
Photo, Nathallie Duverneuil

Le principe de la corrida n’est plus le défi, mais une invitation du ganadero :
« Quel honnête homme, quel savant,  quel artiste est digne d’un tête à tête avec mes toros, les plus héroïques et les plus généreux, les plus nobles d’Espagne ? »

 Francisco Galache, photo de André Viard, Terres Taurines, n°40


Note : Sur l'évolution du tercio de varas, voir la très complète étude : asotauro.com